n la historia de nuestro país han pasado muchos dirigentes políticos, que con su gobierno nos han marcado con mentiras y promesas inconclusas a cada argentino, frases como, por ejemplo: «La casa está en orden»(Ricardo Alfonsín) o frases como: «El que deposito dólares recibirá dólares». (Eduardo Duhalde). Palabras de ex presidentes, que nos traen a la mente un significado muy amargo, de usos y abusos de mentiras que nos han marcado a cada argentino que creímos en ese candidato.
Como vemos mentir en la política es algo normal por decirlo así, lo que es peor es que se sigue haciendo en nuestra actualidad.
Lo que nos lleva a escuchar declaraciones como las que dijo la Ex-presidenta Cristina Kirchner: “El proceso inflacionario actual no obedece ni a la emisión monetaria ni al déficit fiscal”. “Perón usaba la lapicera en beneficio del pueblo”. Y las palabras de Máximo Kirchner que declaro: “Se abrazaron a Guzmán, los dejo tirados y ahí está Cristina poniendo la cara otra vez para esto adelante”. Lo que cito Andrés “Cuervo” Larroque: “La fase moderada del gobierno está agotada. La única dirigente que genera esperanza hoy es Cristina Kirchner; es la persona que todavía es creíble y está dispuesta a enfrentar al poder. Encarna un reaseguro de que hay límites que no se traspasan, gobernar es enfrentar al poder económico para permitir el desarrollo del país y garantizar la justicia social”.
Como habrán podido notar, las mentiras tienen patas cortas y el mismo tiempo termina por destaparlas, pero no es lo único que la politica tanto pasada como actual viene cargando, sino que actualmente con mucho más entusiasmo se evidencia el movimiento de personal que responden a la palabra de altos funcionarios dentro de nuestro país, permitiéndole así un control mejor en el área politica y social. Un ejemplo de ello se trata de la reunión entre Cristina Fernández y Sergio Massa para designar a Silvina Batakis.
Después de estas expresiones anteriormente mencionadas, Cristina se reunió Luego de meses con el presidente y con Sergio Massa y allí designaron a Silvia Batakis como ministra de economía. Con dicha asunción, se pretende realizarse casi las mismas actividades que realizaba el mismo ministro anterior, con la única diferencia que esta ministra cuenta con la aprobación de la vicepresidenta.
En resumidas cuentas, lo que dijo la declarada fiscalista Batakis el lunes pasado, es que al país supuestamente le hace falta una dosis mayor de ortodoxia liberal. Anunció entonces ajuste fiscal sin aumento casi de impuestos a los ricos; o sea, achicando el gasto (de salarios, jubilaciones, obra pública, ayudas sociales, etc.). Tasas de interés más altas para que los bancos y fondos de inversión renueven la deuda en pesos y no haya mayor emisión monetaria, aunque se frene la producción. Aumento de tarifas nomás y que proteste Basualdo. Defensa de la Competencia para la galería e inflación para todos y todas.
También, en forma destacada, le pese a quién le pese en el Frente de Todos, informó que el acuerdo con el FMI sigue vivito y coleando. Mas aun, prometió acomodar los números que se han desajustado de acá a fin de año, porque “Es un acuerdo que firmamos como Estado y tenemos que cumplir”.
Para ser más precisos, lo que acordó Cristina Kirchner con Alberto la semana pasada no fue solo el nombre de la nueva ministra. Si no, sobre todo, que había que tratar de negociar con el Fondo y el establishment las políticas y medidas económicas a llevar adelante hasta el final del mandato de este gobierno. Lo puso negro sobre blanco el presidente: “Que los mercados entiendan que vamos a controlar el gasto público y a bajar el déficit fiscal”
